7 nov 2014

Conejos silvestres y ratones de campo comparten el mismo virus de la enfermedad hemorrágica

De acuerdo con los resultados de una tesis doctoral de la Universidad de Extremadura, el conejo silvestre y el ratón de campo comparten las mismas cepas víricas de la enfermedad hemorrágica del conejo. Es un factor más a tener en cuenta para comprender la.

03/11/2014. El conejo silvestre contribuye al equilibrio y diversidad de nuestros ecosistemas. Está en la base de la cadena alimentaria de más de 40 vertebrados, entre ellos, especies en peligro de extinción como el Lince Ibérico (Lynx pardinus) y el Águila Imperial (Aquila aldalberti). Sus excrementos son, a su vez, alimento para los ratones de campo y otros animales, y juegan un papel muy importante en la dispersión de semillas.

La estrecha relación entre los conejos y los ratones de campo en el ámbito eco-epidemiológico ha sido objeto de un profundo estudio plasmado en la tesis realizada por el investigador Tomás Merchán, miembro del Grupo de Investigación para el Aprovechamiento y Conservación del Monte de la Universidad de Extremadura, y titulada Eco-epidemiología de la enfermedad hemorrágica del conejo (EHC) en el conejo de monte (Orycolagus cuniculus L.) en el centro-oeste de la Península Ibérica.

Durante 10 años, los investigadores han desarrollado distintos trabajos de campo relativos al estudio de los procesos de adaptación virus-hospedador en la enfermedad hemorrágica del conejo (EHC), producida por un virus ARN, de la familia Caliciviridae y con una alta tasa de mutación. Se han estudiado en concreto las cepas víricas que provienen de la cepa de EHC invasora que llegó a la Península Ibérica en 1989 y que, desde entonces, manifiesta brotes epizoóticos anuales que dañan de manera significativa las poblaciones de conejos silvestres.

“Uno de los principales resultados de esta investigación ha sido demostrar, por primera vez en la Península Ibérica y en estas especies, que el virus de la enfermedad hemorrágica del conejo es capaz de “saltar” a otras especies hospedadoras distintas del conejo, en este caso los ratones de campo”, subraya Tomás Merchán. Mediante técnicas de biología molecular y experimentos controlados con ratones de campo (Apodemus sylvaticus) y ratones morunos (Mus spretus), se ha comprobado que estas especies pueden albergar y mantener las mismas cepas víricas de la enfermedad hemorrágica.

En la naturaleza, el contagio parece tener una clara explicación. Los ratones conviven con los conejos de forma simpátrica, es decir, se mueven y cobijan en las madrigueras de conejos y, además, se alimentan de los excrementos de estos. Es precisamente en las heces donde se encuentra la mayor concentración del virus de la enfermedad hemorrágica.

Además, Merchán ha observado que “hasta un 6% de los roedores analizados pueden almacenar el virus en su cuerpo y que pueden hacerlo durante dos meses sin desarrollar la enfermedad, pero con capacidad de diseminarlo a su vez”. Así, en otra fase experimental del estudio, se demostró que ratones infectados por conejos con el virus de la enfermedad hemorrágica del conejo, transmitieron el virus a otros conejos con los que convivieron, provocándoles una respuesta inmune.

“Los ratones son unos excelentes centinelas, nos podrían ayudar a determinar las cepas de los virus que afectan a las poblaciones de conejos con las que cohabitan. Por tanto, se abre una nueva etapa en el conocimiento de la epidemiología de esta enfermedad, necesitando profundizar en la relación conejo-ratón para determinar el posible efecto sobre la inmunidad y diseminación del virus que acontece en la naturaleza”, añade Merchán.

Los ratones ayudan de ese modo al proceso de adaptación del virus con su hospedador. Se produce un contagio recíproco entre el conejo y el ratón, de manera que hay evidencia de trasiego de virus y de que ambas especies comparten las mismas cepas víricas. Este hallazgo abre nuevos interrogantes sobre el papel de los ratones en la epidemiología de la enfermedad, pudiéndose dar el caso de que los ratones favorecieran el mantenimiento de la inmunidad natural de las poblaciones de conejo, según explica el investigador de la UEx, Gregorio Rocha, director de esta tesis.

Repoblaciones controladas

Los resultados de la investigación, basados en el estudio de un gran número de poblaciones de conejos tanto en Cáceres (Zarza de Granadilla, Abadía, Plasenzuela, La Cumbre, Santa Marta de Magasca y Botija), como en Badajoz (Valencia de las Torres, Reina, Talarrubias, Mérida, Villafranca de los Barros y Jerez de los Caballeros), apuntan también a que las altas densidades de conejo están relacionadas con una elevada prevalencia de anticuerpos frente a la enfermedad hemorrágica del conejo. En este sentido, los investigadores han determinado que cerca del 25% de las poblaciones salvajes y sanas de conejos estudiadas durante el mes de julio, albergan el virus RHDV en su organismo, concretamente en el hígado, y no padecen la enfermedad. Sin embargo, de este porcentaje, el 13% es seropositivo, está permanentemente infectado y pueden transmitir la enfermedad. Por ello, “las repoblaciones de cotos y espacios protegidos deberían estar controladas desde un punto de vista serológico y, además, supervisadas”, declara Rocha, “ya que las poblaciones con buenas condiciones de hábitat, aunque en escasa densidad, pueden ser recuperadas mediante manejos adecuados en cuanto a incorporaciones de individuos y extracciones por la caza”. De acuerdo con estas premisas y en el marco de esta investigación, se ha ejecutado con éxito una repoblación de conejos en Granadilla, cerca del pantano de Gabriel y Galán, pasando de una densidad muy baja de conejos a una densidad media.

Para Merchán, es importante también identificar las poblaciones estables con alta densidad e inmunidad natural elevada y monitorizarlas desde un punto de vista serológico y genético, teniendo en cuenta el hábitat natural, para proponer con ello modelos útiles en otras poblaciones.

La situación actual del conejo se ha visto agravada con la irrupción en 2011 de una nueva cepa vírica de la EHC, conocida como la variante francesa, que afecta a los gazapos jóvenes menores de 30 días y que está provocando una gran mortalidad.

Fuente: OndaCampus
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