Resultados de un estudio realizado en Castilla-La Mancha y Extremadura
La conservación del conejo de monte sigue siendo prioridad en muchos cotos, y en muchos terrenos se dedica mucho tiempo y dinero a mimar a este lagomorfo, crucial para los ecosistemas mediterráneos. La gestión del hábitat es el primer paso para revertir la situación, pero no siempre existe información precisa sobre cómo hacerlo.
Un estudio de Guil y colaboradores abordó la eficacia de las tiras de siembra para el conejo de monte, una práctica muy extendida en cotos de caza menor y también utilizada para la perdiz roja. Para ello se estudiaron 125 tiras de siembra de avena y cebada de superficie variable (el tamaño medio fue de unas 3 hectáreas), en 14 fincas de en Castilla-La Mancha y Cáceres en las que las poblaciones de conejo de monte eran muy pequeñas.
En cada una de las tiras se midió la presencia de conejo de monte a través del conteo de los "cagarruteros" o letrinas, en las que los conejos depositan sus excrementos, estudiándose también el tipo de hábitat en el que se encontraba cada tira y si existía refugio (tanto natural como artificial). A su vez, se contó el número de letrinas en entornos en los que no existían estas siembras. También se midió la abundancia de conejos en cada finca a finales de primavera e inicios del verano.
Los resultados mostraron que los conejos prefirieron las tiras de siembra frente a los entornos que no tenían estas siembras, siendo esta selección positiva mayor cuando las tiras estaban en hábitats con pastizal y cuando existía refugio dentro de las tiras. En líneas generales, se observó un mayor número de conejos en las tiras de siembra y sus alrededores.
Como conclusión, este estudio demuestra que las tiras de siembra, junto con la existencia de refugio, son positivas para el conejo de monte.
Referencia del artículo
Guil, F., Fernández-Olalla, M., Martínez-Jáuregui, M., Moreno-Opo, R., Agudín, S., & San Miguel-Ayanz, A. (2014). Grain sowing aimed at wild rabbit Oryctolagus cuniculus L. enhancement in Mediterranean environments. Journal for Nature Conservation, 22(6), 552-558.
Fuente: Ciencia y Caza